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K&K

El finde pasado nos escapamos a la montaña. ‘Van a ver mucha nieve’, nos dijeron. Pudimos comprobarlo inmediatamente. Sin embargo, que el último bus de vuelta al centro no funcionara por la nevada, no lo anticipó nadie .


El hospedaje que habíamos reservado era un delicioso guest house con cada detalle cuidado. Kirstie nos recibió a nuestra llegada - hablaba y se movía con una energía envidiable. Nos llenó de sugerencias, mapas y opciones de actividades.


Al día siguiente conocimos a Kevin. Junto a Kirstie preparaban unos desayunos espectaculares, tan calóricos que te permitían hacer angelitos en la nieve sin que sintieras el frío. Aunque nos olvidamos de completar el formulario que marcaba nuestra preferencia para la mañana en cuestión, al vernos entrar tempranito en el comedor sentenciaron ‘aún así vamos a alimentarlos, no se preocupen! Las chicas tienen los huevos listos’.


Las chicas eran las gallinas a la entrada de la casa a quienes Kevin alimentaba en shorts y chomba con -4 grados.


Luego de recibir al resto de los invitados, Kevin abandonó la cocina por unos minutos. Al regresar, traía puesto en un emocionante exceso de celeste y blanco una campera de Argentina y unas zapatillas Adidas personalizadas: cada tira conformaba ‘La mano de Dios’ y ‘1986’.


El nunca visitó nuestro país, pero en un acento Escocés marcadísimo y su bronceado ski dijo riendo: ‘Tengo amigos Ingleses y me lo pongo cuando veo fútbol con ellos… ahhh Diego’.


Si, en esa acogedora guest house en un pequeño y remoto Aviemore con un solo supermercado que abastecía a todos los lugareños, Kevin también hablaba de Maradona.




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