-Y a qué edad piensa jubilarse, aproximadamente? Lanzó Faith, completando datos en la reunión con el banco – Si, la agente que trabajaba para el establishment se llamaba Fe.
-Mmm no se, yo pienso seguir trabajando mientras pueda… poné a los 70? Dije, con cierta irritación que traté de enmascarar. Ponele.
Vengo de familia de mujeres longevas, así que hay altas chances de que a esa edad aún tenga muchito por delante. La pregunta -de rutina, para Faith- me descolocó de mi mañana de sábado y me dejó pensando todo el fin de semana. Aunque pudo intuírlo, ella no pudo confirmar que si, un poquito le mentí. Porque a mis 70 voy a trabajar… en mi.
Quiero trabajar saliendo a caminar cada vez que haya sol en Edimburgo (bueno, jeje), quiero seguir aprendiendo idiomas, quiero leer más, quiero escribir, quiero cocinar cosas ricas para la familia, quiero viajar más, quiero aún atender pacientes, hacer cursos… quiero mirar con calma y soberanía mi porvenir colmado de proyectos.
A mis 70, como promete el juego de la vida, me voy a retirar y a vivir al campo. Pero rendirme, nunca; jubilarme, jamás. Si habré de apartarme de la sociedad del cansancio y de un tiempo laboral disciplinario para tirarme de clavado a mi tiempo sublime, a una vida ‘contemplactiva’ donde tenga la potencia de hacer y no hacer, de vacilar, de interrumpirme y de volver a iniciar.
Libre del temor al derrumbe, sobrada de minutos por usar.
Hoy con 45, eso quiero. Y tengo Faith.
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