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La Bifurcada

Al encontrarnos en esta situación atípica, la cosquilla de LA decisión nos sacude en un escalofrío que queremos experimentar lo antes posible y removerlo del listado de pendientes. Y LA decisión mira de reojo orgullosa porque 𝑠𝑎𝑏𝑒, y entonces espera ser envíada en un mail, en un whatsapp, en una videollamada o en un encuentro sin permiso de circulación y así dejar en claro a las pequeñas decisiones que ella siempre fue la más importante, tanto, que queda por encima de la cuarentena obligatoria, y se busca pronunciar de alguna manera.


Probablemente LA decisión es rumiada hace meses, llorada, dicha frente al espejo, en un audio eliminado, o escrita en una oración que no la expresa acabadamente y que se transforma tanto, que al final se dice otra cosa. Pero ella suspira serena, porque sin apuro hace mejor su trabajo, elevado a la potencia en días de confusión como éstos, muy monótonos, en los cuales las únicas vueltas que se dan una y otra vez sin riesgo de multa son evaluando el cuándo, el cómo y el dónde de ella.


Todos tenemos LA decisión que se levanta y acuesta con nosotros mientras elabora el ahogo que está convencida que nos llevará a 𝑒𝑠𝑒 momento. Lo que te invito a preguntarte hoy es si es necesario tomarla ahora, así, en nuestra versión más inexplicable de nosotros. La ansiedad se disfraza de muchas maneras. También de urgencia por eliminar el spam de nuestra vida.


El problema es que quizás en este momento no tengamos en claro qué es spam, y qué va a borrador.




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