La ambliopía u ojo perezoso es una condición en la que uno de los ojos (muy pocas veces ambos) no trabaja en conjunto con el cerebro y éste no lo distingue como órgano.
Quien lo padece nace así y si bien no hay corrección previa, se pueden ejercitar los músculos oculares para que el cerebro comience a reconocerlo y ‘vea mejor’. Esto es casi decir que vemos con el cerebro y no con los ojos – vemos a través de lo que 𝑝𝑒𝑛𝑠𝑎𝑚𝑜𝑠 que vemos. Al igual que el reentrenamiento para despertar un ojo perezoso, también podemos trabajar y despabilar nuestras creencias dolorosas – erróneas es la palabra técnica que debería usar aquí, pero considero que lo que nos angustia no es un error, sino que es una realidad psíquica que duele.
Como parte del plan detox de nuestras cogniciones, éstas tienen la posibilidad de modificarse si alteramos los circuitos instalados y repetimos un pensamiento 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑜 generado con muuucho esfuerzo y buena voluntad; en cambio, se acostumbrará a esos pocos recursos de fábrica y quedará anclada si no intentamos desarrollar escenarios diferentes.
Como la ambliopía, nuestro estrés tampoco es nuestra culpa, pero somos responsables y capaces de mejorar su acidez.
Crear para creer. O al revés, no sé 😊
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