En Reino Unido la nochebuena se celebra con salida al teatro para ver un musical atp y luego se ha de ‘cenar’ (tipo 5pm) en algún restaurant. LA fecha, es el 25 de diciembre – discúlpenme si no comparten, pero en mi humilde opinión siento que para nosotros lo es el 24, la previa.
El día de Navidad los británicos comparten propiamente en familia desde el desayuno. Se quedan ensillonados, viendo películas clásicas y cantando villancicos. Quizás por eso en la vigilia del 25 se suelen regalar pijamas para estrenar y vestirse de fiesta durante el evento plurigeneracional que implica permanecer en casa todo el día. Y todos los miembros se engalanan con el mismo modelo, por supuesto.
Más allá que el clima aquí invite a la tibieza de la franelita y el choco caliente – en Argentina, con ese mismo folklore podríamos terminar en la salita de emergencias con un golpe de calor y alto ataque de hígado – la clave son las tradiciones, aunque a alguien se lo escuche quejarse a la voz de ‘¡Otra vez lo mismo!’.
¿Cuál es el sentido de actividades que repetimos? ¿Para qué sirven? Las tradiciones nos dan una sensación de que todo estará bien y nos inundan de estabilidad en tiempos de estrés. Nos ayudan a seguir reforzando quienes somos, de donde venimos, a pertenecer a algún gueto. Nos generan sentimientos intensos de alegría y comunicación (verbal y no verbal) entre quienes comparten e imitan dichas costumbres. Las hay culturales y familiares, pero en definitiva todas implican transferir las buenas vibris y la momentánea sensación de ser amados por hacer algo en grupo.
Y el amor bien vale en los tiempos de Covid.
En esta casa, el 24 no se sale a ver ninguna obra ni a comer afuera. Así que dos de nosotros estrenaremos atuendo en la previa 😊. Eso si: con una tradición de ellos y una nuestra.
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